El siguiente artículo fue escrito en función de expresar una experiencia personal con los videojuegos. Se aclara que el escritor decidió mantenerse anónimo.

Cuento una parte de mi vida personal, una parte que pocos cuentan ya que no mucha gente lo entiende. Desde pequeño sufro de ataques de ansiedad, mi infancia fue en lo que varios llamarían normal, pero luego a partir de los 20 años empezaron los ataques fuertes, donde eran días sin dormir y varios problemas que he tenido (adormecimiento del cuerpo, falta de aire, pérdida de la noción), la cual he estado en terapia en el transcurso de ciertos momentos luego de ese primer ataque fuerte, por dicha he tenido que adaptarme y no dejarme manipular por esto.

Bueno… con respecto al tema de los videojuegos, desde pequeño siempre me han gustado los juegos de Nintendo, que se volvieron la forma de buscar diversión en el transcurso de la infancia. En este tiempo, ha habido un juego que de alguna manera en mi infancia nunca avancé porque no lo entendía, este juego era The Legend Of Zelda: Majora’s Mask, la cual ha sido un enigma para mí, bueno no quiero contar más de la historia ya que varios lo han jugado o no lo han jugado y no quiero arruinarles la historia.

En este juego lo que más ha cautivado es la cantidad de teorías que han creado los fans para buscar una lógica al mismo juego ya que es uno de los juegos más oscuros de la historia. Una de las teorías que me ha cautivado es el hecho de que todo se basa en el purgatorio y la aceptación de la muerte basado en las etapas de duelo en el aspecto de la psicología. De cierta manera al ver todo esto, me interesó el hecho de que se relacionaba a mi situación con la ansiedad y la aceptación de este, pero en una forma de búsqueda de luchar contra ese mal que nos acecha en el tiempo del juego, incluso en la repetición de la historia que hasta que rompamos el ciclo, no saldremos de esto. Con esto he dado a entender que la historia es muy compleja pero que a la vez ha sido mi favorita, y con esto me he identificado mucho y a la vez recordar que esa máscara de la maldad representa esa ansiedad que me ataca sin pensarlo, se que no me controla, pero que me acompañará por muchos años más. Y si preguntan el recuerdo que tengo de eso, se detalla en un tatuaje que al verlo, me recuerda eso mismo: que sé que no me dejo llevar por todo eso y que la lucha psicológica es continua.